En nuestro día a día en contacto con otros aprendientes en esta inmensa e infinita escuela de la vida, escuchando, compartiendo, interactuando, descubro con no poco asombro lo golpeada que está la educación en medio de la crisis que nos ha correspondido. La intensa actividad migratoria, la inclusión temprana de estudiantes al campo laboral educativo, la creciente apatía de los chicos y jóvenes a estudiar, los bajísimos salarios y los escasos recursos que se dedican para mantenimiento y actualización en las escuelas, liceos y universidades, nos presentan uno de los peores estados de la educación que hayamos visto en muchos años.
Ante esta realidad surge en muchos de nosotros un deseo inmenso de dar lo mejor de cada uno, de llenar nuestros corazones de fortalecida esperanza y de contagiar a otros con ese impulso creador que hace repetir el milagro del disfrute en el aprendizaje desde su esencia y aporte a la humanidad entera. Así me interno en cada salón, en cada taller, en cada encuentro, en cada experiencia...Así quiero seguir hasta que mi humanidad vencida por el natural desgaste diga: ya amigo, ya... lo diste todo y además lo mejor...descansa!!! ... y entonces, agradecido con Dios, cerraré mi corazón para abrirlo luego tatuado de nombres...